A principios de 2018 el prestigioso periódico The New York Times publicaba en su sección de viajes la lista de los 52 lugares del mundo para visitar en 2018, según los criterios de uno de sus periodistas, Andrew Ferren: “52 Places to GO in 2018”. Entre ellos figuraban dos destinos españoles: Ribera del Duero y Sevilla.
Este ranking es uno de los esperados por el sector turístico y siempre provoca curiosidad.
Unos meses después otra reportera viajera del mismo periódico, Jada Yuan, ha decidido realizar una ruta por estos dos lugares recomendados y ofrecer sus impresiones de esta experiencia.
Para la ruta de enoturismo ha elegido a una agencia, Turismo del Vino, con la que trabajamos desde hace tiempo. Y al parecer la experiencia en ValSotillo no ha defraudado a Jada Yuan, que ha calificado a nuestra bodega como su favorita dentro de las que visitaron.
“Nuestra última parada, ValSotillo, fue mi favorita. Los dos hermanos que dirigen la bodega hacen su vino en unas cuevas del siglo XVI excavadas a mano. Y su Gran Reserva era tan memorable que al día siguiente hice un rodeo de una hora para comprar una botella al increíble precio de 42 euros”, dice Jada.
El reportaje detalla sobre todo impresiones y vivencias en su recorrido. Y eso es lo que intentamos ofrecer desde ValSotillo: nuestras vivencias, las de nuestros antepasados, nuestra historia y la de la vid y el vino como modo de vida de un pueblo. Experiencias.
Este es el reportaje completo de Jada Juan en Ribera del Duero y Sevilla:
Este año Bodegas Ismael Arroyo-ValSotillo opta a los Premios de Enoturismo de Rutas de Vino en la categoría de Mejor Espacio Enoturístico con una de nuestras joyas: la bodega subterránea del siglo XVI, calificada por muchos como auténtica “catedral del vino”.
Acudimos como candidatos de la Ruta del Vino Ribera del Duero, de la cual formamos parte desde hace años como bodega asociada.
Más de 3.000 personas nos visitan cada año, atraídos por este espacio único y singular que descubre numerosas curiosidades de la tradición vitivinícola en la Ribera del Duero, sobre todo de los siglos XVII y XVIII.
La mitad de los enoturistas son extranjeros y proceden de casi una treintena de países. Para ellos es de sumo interés conocer de primera mano estas historias y anécdotas de los antepasados de la familia de Ismael Arroyo y de Sotillo de la Ribera, que documentalmente destaca como un pueblo con un pasado muy interesante en la elaboración y venta de vino.
Éstas fueron construidas probablemente en los siglos XV, XVI y XVII en tres niveles, y muy juntas unas a otras, de manera que cuando se pasea por los niveles más altos se ven las zarceras o ventilaciones de las bodegas que están debajo. Y a los pies del cerro, los lagares donde se elaboraba el vino.
Nuestra bodega está en el último nivel y es un espacio único y singular porque tiene una longitud muy inusual en este tipo de edificaciones: 800 metros de galerías y túneles excavados que entonces albergaban grandes cubas de vino.
Otra de sus peculiaridades es la preciosa entrada, pues los primeros 30 metros fueron recubiertos con una bóveda y varios arcos de piedra labrada, otorgándole una prestancia propia de edificaciones nobles.
En el interior, paso a paso, se van descubriendo curiosidades y secretos… como el tamaño y capacidad de las cubas que usaban hace 400 años, concursos y diplomas que avalaban en distintas épocas la calidad del vino, las marcas de los picos de los antepasados en la roca, la baja temperatura (11-12º todo el año) que nos permite hacer la crianza de los vinos en unas condiciones excelentes para una larga guarda… y la profundidad de las galerías (32 metros), que únicamente se descubre cuando los visitantes buscan a través de las zarceras la luz del exterior.
No hay filtraciones de agua, es una bodega excepcional para la crianza; por ello reposan ahí las diferentes añadas de ValSotillo en barricas de roble francés y americano, que nos acompañan durante todo el recorrido. Y las botellas donde terminan de redondear los gran reserva y los Reserva VS (viñedos seleccionados) de añadas excelentes, elaborados exclusivamente con las uvas de las viñas más viejas (80,90 o 100 años).
Los diezmos
La bodega histórica se conectó en 1992 con un túnel nuevo de otros 200 metros de longitud que nos conduce hasta la sala de catas, donde los visitantes conocen aún más curiosidades sobre la tradición vitivinícola de Sotillo: como el pago de los diezmos que los 200 productores que había en la localidad en 1787 se veían obligados a entregar, en uva, a la Villa, el Obispo, El Cabildo, el Curato, el Beneficio o el Préstamo.
Un total de 160.000 litros en diezmos, lo que supone 1.600.000 litros de producción en este pequeño pueblo de la Ribera del Duero… aquel año, porque el récord de cosecha parece que está fijado en el año 1600, con 3 millones de kilos de uva.
¿Qué hacían con tanto vino? Pues lógicamente venderlo. A lugares donde no tenían viñedos, a ciudades como Burgos, donde abundaban las posadas y mesones al ser un sitio de paso del fuerte mercado de lana que se exportaba a Flandes. A Madrid, sobre todo a raíz de la instalación en esta ciudad de los reyes….
Pocos saben que para vender el vino era obligatorio obtener un documento con el sello de Sotillo. Un sistema de control del origen del producto, que podría considerarse un antecedente de la actual denominación de origen Ribera del Duero.
Pero es difícil transmitir en palabras toda la belleza e importancia de este espectacular espacio enoturístico. Por ello animamos a conocerlo. En la web están nuestros datos de contacto e información básica sobre las visitas guiadas. La familia de Ismael Arroyo estará encantada de recibiros a todos.